Parece mentira que el tejado todavía se mantenga en pie. Es como si un gigante le hubiera dado un bocado, cicatrizando sobre si mismo sin dejar más huella que su ausencia recubierta por un cielo espectacularmente azul. Algunas nubes blancas, sutiles, pasan sigilosas, transmitiendo que nada relativo a esta triste historia va con ellas. Es como la vida misma, cada uno, a su manera, se desentiende de los problemas que surgen por doquier. Sin embargo, el resto de la techumbre conserva muy buena salud y eso es lo que más me llama la atención.
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