domingo, 20 de marzo de 2016

El glaciar Perito Moreno



La vista del glaciar Perito Moreno resulta todo un espectáculo para los sentidos mientras los gigantescos témpanos de hielo se precipitan al lago Argentino con tremendas explosiones. El paseo en barco hasta la muralla de hielo resulta muy recomendable. Caminamos por las pasarelas haciendo fotos y recreándonos con las vistas. El hielo está muy cerca y las pasarelas inferiores se encuentran cerradas por precaución. El inmenso campo de hielo que se divisa desde lo alto de la montaña se va fundiendo en las heladas aguas del lago Argentino. La diferencia de nivel entre el lago Argentino propiamente dicho y el Brazo Rico es considerable debido al efecto embalse que provoca el hielo en contacto con la tierra firme a nivel del Canal de los Témpanos. Más de veinte metros pueden separar el nivel de las aguas a cada lado ejerciendo una importante presión sobre la muralla helada. El glaciar avanza cada día aunque con la nieve que cae en lo alto se mantiene un equilibrio estable a lo largo del año. No es lo normal, la mayoría de glaciares se encuentran en franca regresión. La última rotura del puente ocurrió en 2012 pero resulta imprevisible calcular cuando se volverá a romper; la cadencia suele ser cada cuatro o cinco años pero puede ser muy variable.

Días después de nuestro regreso el Perito Moreno es noticia internacional. El istmo del Canal de los Témpanos se hunde y el Brazo Rico desagua en el Lago Argentino con una inusitada violencia y una belleza sobrecogedora. Cuatro o cinco años de cadencia, estuvimos muy cerca, la última vez fue una madrugada en 2012 pero en esta ocasión, a las once de la mañana de un día del mes de marzo, el espectáculo debió resultar sobrecogedor para las miles de personas que lo estaban contemplando.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Camino del Perito Moreno



Empleamos el día en visitar el Perito Moreno, el glaciar más famoso de toda la Patagonia, bautizado en honor al Perito Francisco Pascasio Moreno. Bordeamos el lago Argentino en un espectacular viaje de unos ochenta kilómetros hasta llegar al glaciar por pistas de tierra y estancias ganaderas. El terreno es tan árido y seco como el que encontramos en el desierto de Almería (200 mm de precipitación anual). Los espinosos arbustos de calafate (Berberis heterophylla) crecen a la orilla de la pista de tierra. Sus frutillos violeta, a medio camino entre un endrino grande o una ciruela pequeña, se recolectan a finales del verano austral y se emplean para elaborar dulces y licores. Transitamos por un típico valle glaciar, atravesamos el río Centinela con un fondo de nubes y montañas mientras el conductor va sorbiendo el matecito que le prepara Juan, nuestro guía en esta ocasión. Dejamos a un lado la Estancia Anita. Choiques (una especie de pequeñas avestruces), ñandues y bandurrias de afilado pico. Vuelvo a Chatwin: “Bandurrias, unos pájaros grandes con patas de color rosado intenso, que emiten un graznido melancólico.” Paramos en la Estancia Río Mitre, un lugar paradisiaco con vistas excepcionales. Coincidimos con Marcela y Leandro, una pareja de simpáticos porteños. Los guanacos corretean por el campo mientras en el cielo planean los cóndores, la más grande de todas las rapaces.