miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sumimasen. Shasin o totte mo ideska?



El expreso de Niseko es un tren antiguo con una locomotora de carbón que circula durante el verano y comienzos del otoño entre las ciudades de Sapporo y Niseko, al sur de la isla de Hokkaido (la segunda isla más grande de todo el archipiélago japonés y la situada más al norte). Es un tren lento que avanza sin prisa de ningún tipo, echando un denso humo blanco y parando en las diferentes estaciones de su recorrido: Otaru, Yoichi, Niki, Kozawa y Kutchan. Las vistas hacia el Yotei San o pequeño Fuji son impresionantes. Según Tatsu, Kutchan no es más que una pequeña ciudad que no llega a los cincuenta mil habitantes, "a place to ski and cultivate potatoes". Los frutales, fundamentalmente manzanos y cerezos, y los campos de cultivo se suceden a uno y otro lado de las vías hasta alcanzar la zona más boscosa al pie de la montaña. En una de las paradas del recorrido me acerco tranquilamente a la cabecera del tren, sonrío, saludo con la cabeza imitando una pequeña reverencia y saco mi chuleta amuleto: "Sumimasen. Shasin o totte mo ideska?" mientras señalo mi cámara fotográfica. Tal cual y de corrido, una transcripción directa de la pronunciación japonesa que he copiado en la pequeña libreta que llevo siempre conmigo en uno de los bolsillos y que me permite recordar algunas frases sencillas de la vida diaria. Es una fórmula que por aquí no suele fallar pues la gente es muy atenta y amable. En Hokkaido no hay mucho turismo y los extranjeros solemos llamar la atención. El revisor me escucha atentamente y esboza una sonrisa. Parece que me ha entendido, responde a mi reverencia y se coloca frente a la puerta del tren en la posición idónea para ser retratado. Yo casi no me lo creo abrumado por la sorpresa de haberme hecho entender tan fácilmente pues en la mayor parte de la isla no es posible desenvolverse en inglés y la comunicación con los autóctonos se limita de manera obligada a estas frases tipo balbuceadas en un rudimentario japonés. La falta de sorpresa y espontaneidad del retrato se compensa con la sonrisa y la pose amable del joven revisor, todo un profesional a tenor del resultado obtenido, que es más merito suyo que mío. Le doy las gracias de manera efusiva, un gesto universal fácil de comprender, y me retiro tan contento con este regalo inesperado. Enseguida el tren prosigue su camino hacia Niseko, un sitio famoso por su estación invernal y sus hoteles con baños termales de aguas sulfurosas -los típicos onsen- situados al aire libre al pie del monte Yotei, un antiguo volcán dormido desde no hace mucho tiempo.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Invierno en Vailima



Me levanto temprano y atizo la chimenea con alegría. Esta noche ha llovido, en algún momento he oído las gotas chocando con violencia contra el tejado de casa pero me di media vuelta y seguí durmiendo sin ningún problema hasta abrir los ojos a mi hora habitual. Una vez que me despierto, aunque sea de noche, no me gusta permanecer en la cama sin hacer nada así que me levanto a trastear por la casa. El silencio intenso y la negrura de la noche en Vailima siempre me llamaron la atención. La leña se ha consumido pero aún hay buenas ascuas en la chimenea y el calor que desprenden hace que los troncos secos que pongo encima, enseguida enciendan por si solos. Lo bueno de la encina es que aguanta toda la noche sin acabar de desintegrarse. La temperatura dentro de casa ha bajado hasta los dieciséis grados (fuera, en el porche, apenas llega a los tres); no se está mal pero es un poco justo para permanecer sentado leyendo así que alimento bien el fuego intentando conseguir un ambiente un poco más confortable. Imprescindible el gorro de lana, los calcetines y el forro polar. Preparo un café y me instalo en el sofá de leer con la última colección de cuentos de Alice Munro: imperdonable confusión entre los "las y los les" por parte de la traductora, detalle poco elegante que los editores deberían cuidar un poco más por evitar vicios lingüísticos y faltas de ortografía. Son casi las siete, aún no ha amanecido; en esta época del año el sol no aparece por encima de las colinas del Negredo hasta pasadas las ocho de la mañana. Una vez se hace la luz abro bien los ojos. El jardín está cubierto de charcos enormes y las cuestas que suben al páramo aparecen tapizadas por un sutil manto blanco hasta donde alcanza la vista. A lo lejos silba el tren. La humedad del ambiente transmite los sonidos con mayor intensidad. Presiento que no veremos el sol en toda la jornada (Cabo Cañaveral anuncia lluvias para estos días y normalmente no suele fallar). La calle aparece cubierta de hojas amarillas que caen de los árboles desnudos. Fuera sopla un frío polar a consecuencia del aire siberiano pero a pesar de todo nos armamos de valor y salimos a pasear por la ribera, saludamos a los olivos viejos del otro lado del río y continuamos por la casa Cobos hasta la estación de ferrocarril, el merendero del Disco y el silo oxidado por donde retornamos al calor del hogar y el aroma de los membrillos. Los castaños aún mantienen las últimas hojas en sus ramas... Lástima que sean de Indias y no podamos aprovechar sus frutos. El gallego de la casa de piedra me promete enseñarme a hacer injertos.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Rojo y blanco



A la caída de la tarde, en un tempo de Tokio, me sorprende de repente una escena en blanco y rojo; la falda y la blusa haciendo juego con el decorado, los extintores estratégicamente situados y las cenefas de papel sobre la puerta de madera. La mujer enseguida atraviesa el umbral, el porche se queda vacío y la magia desaparece.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Árbol de deseos



En todo Japón es muy frecuente encontrar en el recinto de los tempos budistas los típicos árboles de deseos donde cuelgan diferentes papelillos o tablillas que se dejan consumir por el tiempo o se acaban quemando. Realmente el día de celebración de estos deseos, el siete de julio, se conoce como Tanabata o festividad de las estrellas, momento en que se conmemora el encuentro entre Vega de la Lira y Altair del Águila separadas por la Vía Láctea, el río de estrellas que divide el cielo nocturno. Las pequeñas tiras de papel que cuelgan de las ramas de bambú con los deseos se conocen como tanzaku. Esta es la canción tradicional del Tanabata:

Las hojas de bambú susurran,
meciéndose en el alero del tejado.
Las estrellas brillan
en los granos de arena dorados y plateados.
Las tiras de papel de cinco colores
ya las he escrito.
Las estrellas brillan,
nos miran desde el cielo.

martes, 5 de noviembre de 2013

De nuevo por aquí por una buena causa



Quizá haya llegado el momento de volver a escribir desde hace un tiempo sin hacerlo, de abrir de nuevo esta ventana al mundo con imágenes y reflexiones del día a día. Comenzamos con Japón, un destino increíble donde hemos vuelto a disfrutar de unos días de vacaciones. La sublime belleza de la caligrafía de los monjes en el templo Senso, en Asakusa (Tokio). Una manera de retomar la actividad aprovechando una buena causa, el video del Hospital La Paz para promocionar la concienciación sobre el problema del cáncer de mama. Ya sé que llego tarde, el día Mundial del Cáncer de Mama se celebró el pasado 19 de octubre pero la campaña aún está activa. Participamos en un concurso internacional, junto a otros ocho hospitales del mundo, para difundir la importancia de la enfermedad. Si te gusta, vota y difunde este enlace. Solo dura un minuto y medio y es por una buena causa. Gracias,

http://www.pinkglovedance.eu/videos/2013-video-contest/la-paz/

Pink Glove Dance. Hay esperanza, queda mucho por vivir todos juntos. El Hospital La Paz baila por ti: La Paz, Madrid, Spain. Volunteers and patients join forces with many doctors and nurses at Hospital Universitario La Paz, spreading joy right through to the very top of the hospital helipad, to dance for breast cancer awareness and to give hope.