Una piedra con un cierto parecido humano en las alturas de Siete Picos. Al otro lado, la llanura madrileña y sus azules. Es como si el viento y el sol hubieran tallado un estupendo mohai, solemne e impertérrito a pesar de los elementos naturales que le castigan día y noche a lo largo de todo el año. Yo quiero imaginar que podría tratarse del famoso “Indio” que aparecía hace algunos años en una de las revistas ilustradas del Club Peñalara, pero confesaré prudentemente que tenía otra idea al respecto. Además hace tiempo que no encuentro la revista y así, sin referencias, es mucho más difícil descubrirlo y confirmarlo. Un paseo por la hermosa senda Herreros, en el cóncavo de Siete Picos, y vuelta por las crestas, con ascensión a Majalasna, al segundo y al séptimo pico. Las vistas de Peñalara y la Maliciosa hacia oriente, la Mujer Muerta, la Peñota y Abantos al oeste. Sol y flores por todas partes, botones de oro, lirones y narcisos silvestres, un universo amarillo imposible de imaginar…
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