A veces lo que vemos no es más que un reflejo de la realidad, un simple charco donde se reflejan los árboles y el cielo, y todos aquellos elementos que nos rodean. Si nos limitamos a esta visión, podríamos pensar que nos encontramos en la boca de una sima ante tremendos precipicios, pero con un poco de calma y de cordura podremos identificar las briznas de hierba en la parte superior y las rocas de la derecha que conforman el pequeño recipiente donde se remansa el agua. La luz que se filtra entre los árboles es la única responsable de crear este pequeño misterio, aparte de nuestros ojos confundidos ante un hecho inusual. No es más que un simple charco en uno de los parajes más recónditos de la Pedriza.
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