Un balcón oxidado, cielo azul y ropa tendida. La pared ocre aparece bien pintada, aunque destaca algún desconchón por la humedad y una lámpara modelo “king size” que quitaría el sueño a cualquiera. Claramente se identifican dos toallas, una rosa y otra azul (dualidad chico-chica?), un par de camisetas con mangas y un pantalón de pijama con flores violetas. Con un poco más de atención también distinguimos una camiseta blanca interior (creo imaginar un pespunte en el borde) y otra fucsia, en segundo plano, mucho más llamativa. Asoman unas mangas que podrían pertenecen a un pantalón de chándal. Pocas pistas para hacernos idea del origen de los moradores (nada que ver con el color del pijama); iba a decir inquilinos pero me callo porque también podrían ser propietarios del inmueble. Casi seguro que la camiseta de rayas de colores pertenece a un chico; el pijama violeta y la camisetilla de puntillas son más femeninas (de nuevo el ying y el yang, los dos polos opuestos). Todas las pinzas son de plástico azul, salvo una verde y otra amarilla. No perder de vista el detalle sutil del verde de la hiedra, las tejas del jardín vecino y el cielo claramente castellano. El sitio es hermoso y puedo asegurar que nadie tapa las fantásticas vistas que se ofrecen desde el balcón, pero esto habrá de ser un dogma de fe pues con los escasos datos que aporta la fotografía, es imposible localizar su exacta ubicación. Quedará pues en uno de tantos misterios insondables, en este caso nada trascendente, reservándose el fotógrafo el secreto de su origen.
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 10 meses
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