Hayas, robles y acebos en el vallejo de Argoya junto al arroyo del mismo nombre, camino de la vega de Llós. Destaca el alegre colorido de los escaramujos y los frutos del acebo. Caballos peludos y vacas tranquilas, a pesar de los cuernos… Horizonte de montañas blancas y de bosques dorados, aislado paraíso oculto a la mayoría de mortales a partir del momento en que las primeras nieves bloquean los únicos accesos al valle a través de los puertos de Pandetrave y Panderruedas. Probablemente una manera diferente de ser y de vivir, obligados más que nada por las duras circunstancias que marcan tanto la agreste geografía como la meteorología invernal. Sin embargo, milagros de la naturaleza, la vida todavía late en el corazón del bosque.
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