domingo, 25 de enero de 2009

Quintana

Quintana nevada. Es verdad que cuando cae la nieve sobran las palabras, y se hace un silencio rotundo que todo lo invade. El caserón, a pesar de su aparente abandono, siempre me gustó. Conserva intacta su estructura y todo el tejado, pero los años pasan y se deja notar la falta de mantenimiento. En un tiempo fue restaurante e incluso hostal pero de eso hace ya muchos años y ahora lo colonizan las grajillas, palomas y murciélagos veraniegos. Destacan los colores de la madera de las ventanas, el zócalo y el ocre de los vecinos. ¿Pintura o fotografía? El banco de la puerta invita a la meditación…

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