Siempre me ha llamado la atención el silo oxidado que en estos momentos contrasta con el paisaje blanco tras la copiosa nevada de hace algunos días. Cierto que no paran los trenes, y que los que pasan lo hacen bien deprisa. No es el tren bala pero se le aproxima bastante, a pesar de que apenas se aprecie la sensación de movimiento; las altas velocidades congelan todo lo que se pone por delante. A media mañana empieza a levantar la bruma descubriendo un hermoso e intenso cielo azul (el típico cielo castellano).
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 10 meses
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