Una mañana de paseo por el embalse de Santillana. Agua y piedras sobre la superficie helada, aparte de las numerosas aves entre las que destaca una juguetona lavandera y las nutridas colonias de patos y de cigüeñas. Son esas cigüeñas que permanecen con nosotros a lo largo de todo el año y que una vez que se hacen sedentarias ya no tienen ninguna necesidad de volver emigrar. El actual nivel de las aguas permite caminar por la antigua carretera que discurre por medio del embalse y que habitualmente permanece cubierta y oculta a los ojos humanos. Su trazado divide la superficie liquida en dos porciones asimétricas y pone en evidencia estructuras del pasado que ahora carecen de sentido. A mi todo esto me recuerda a las ruinas y a los cementerios pues no es posible imaginar la ciudad fantasma que nunca existió bajo estas aguas. Las piedras, el hielo y los reflejos sobre el agua daban mucho juego en una mañana agradable y soleada.
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 10 meses
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