viernes, 16 de enero de 2009

Castillería

Una pequeña carretera que se interna en lo más profundo del valle, un par de horas caminando, el abrazo a un roble centenario, San Felices (bonito nombre a fe mía), Herreruela y la iglesia de san Miguel con su espadaña de tres campanas, hojitas heladas cubiertas de escarcha, algunas hayas jóvenes, acebos y el toque de color de los frutos rojos del escaramujo, el rosal silvestre. Diferentes perspectivas, agua, montañas, vistas al pico Curavacas a través del bosque, un arrendajo que revolotea por los alrededores, caballos y vacas lamiendo la sal de la carretera, la sabiduría de la naturaleza.

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