Si ayer era la semilla, hoy se trata de la flor del diente de león, una hermosura de intenso amarillo, con hojitas verdes y lobuladas en la base de la planta. Por lo visto el diente de león (taraxacum officinale) tiene numerosas propiedades medicinales, fundamentalmente diuréticas, hepatoprotectoras, depurativas e incluso laxantes. Sus hojas amargas, con un alto contenido en hierro y en vitaminas, pueden consumirse en forma de ensalada.
Decían los magos antiguos que si una persona se frotaba con un diente de león, “sería bienvenido en todas partes, obteniendo aquello que deseara”. Magia, astrología y alquimia, una mezcla fabulosa y fantástica en torno a una flor rodeada de misterio. Se puede encontrar de manera natural al borde de los caminos, en prados, bosques y pastizales.
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