No sé si será la cigüeña de los viajes de Martín Garzo pero tiene un aire bien simpático e inteligente, sobre todo por esa mirada oblicua hacia el gigante de piedra que la contempla displicente, como si no le prestase la menor atención. Pero sin embargo se están mirando con el rabillo del ojo, sin dejar de reparar el uno en el otro, esperando quién sabe qué reacción. El picotazo en cualquier caso no podría ser muy doloroso para afectar a un ser de piedra capaz de desafiar el paso del tiempo y los efectos de la climatología sin ningún tipo de pudor.
Lástima del sol; si hubiera pegado un poco más directamente en la cabeza del ave, habría salido mucho más favorecida.
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 10 meses
1 comentario:
Siempre me gustaron las cigüeñas. Hace muchos años, la cigüeña María se cayó del campanario de la iglesia de San Miguel.
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