Una silueta, un par de campanas, negro sobre blanco.
Una sencilla cruz en lo más alto de la espadaña y un vacío evidente que llama poderosamente nuestra atención.
La otra cruz, la más historiada, se oculta pudorosa detrás de los matojos de la izquierda, dejando apenas vislumbrar uno de sus brazos.
Curioso el hecho de que muchas veces lo que más destaque es lo que realmente no existe, aquello que falta y que se echa de menos, revalorando de esta manera mucho más su ausencia que su presencia.
¡Como la vida misma!
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 10 meses
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