Agua, nieve, lluvia, las sillas vacías y los charcos en el suelo de la plaza solitaria dominada por los pináculos de piedra, esos mismos que en verano se encuentran ocupados por las cigüeñas que ya no viajan a mejores climas y se quedan todo el año entre nosotros. Pero hoy deben estar escondidas porque las condiciones no son muy favorables, quizás se encuentren viajando, como dice Martín Garzo en su libro de viajes.
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