martes, 19 de abril de 2016

Cazando pumas en la Patagonia


Contacto con Myriam, la dueña de "El Mundo de Sofi" en el Chaltén, a través de Francisco, de los apartamentos “Vientos del Sur”, en un intento desesperado por conseguir el libro de los pumas de Madsen publicado en Buenos Aires en 1956 (“Cazando pumas en la Patagonia”, Andreas Madsen y Carlos Bertomeu). Recordaba haberlo visto en una vitrina al fondo de la tienda de Myriam, situada junto a la famosa Cervecería de El Chaltén. Esa imagen de la vitrina con algunos libros viejos, en la zona donde se acumulaban muebles, trastos y antigüedades, quedó grabada en mi retina de manera inconsciente. A pesar de fijarme en el libro, que en aquel momento no me decía nada, la imagen se refugió en lo más profundo de la memoria esperando el instante idóneo para salir a la luz. Siempre tuve muy buena memoria fotográfica. Francisco es muy amable y me facilita la dirección electrónica de Myriam, que me contesta enseguida. Me confirma la disponibilidad del libro y su disposición para hacérmelo llegar a mi domicilio en Madrid. Una lástima no haberlo comprado en su momento pues aquí resulta imposible localizar la edición original. En realidad yo no sabía nada de Andreas Madsen hasta visitar la estancia Fitz Roy junto al río de las Vueltas y conseguir un par de libros sobre su vida en la encantadora librería Marcopolo: la reedición de su Patagonia Vieja, bocetos de la dura vida en esta tierra inhóspita, y Relatos nuevos de la Patagonia vieja, una recopilación de cartas personales y de artículos de Madsen publicados en la revista Argentina Austral junto con un interesante prólogo de Martín Alejandro Adair (Zagier & Urruty 2003). Madsen, un pionero danés asentado en la región del Viedma desde 1903, es todo un símbolo en Patagonia. En el avión de vuelta a casa me entretengo leyendo los dos libros que, junto con los recuerdos de la estancia Fitz Roy que visitamos en El Chaltén, despertaron mi curiosidad. El monte Chaltén es la montaña tótem de la zona, bautizada como cerro Fitz Roy por el Perito Moreno en honor al capitán del Beagle, el barco en el que viajó Darwin en su viaje alrededor del mundo. Fitz Roy, que era marino, había explorado la zona del río Santa Cruz en el primero de los dos viajes del Beagle. En realidad Andreas Madsen no publicó en su momento más que Patagonia Vieja (editado en Buenos Aires en 1952 por Ciordia y Rodríguez) y Cazando pumas en la Patagonia en 1956, que es el que yo andaba buscando. El coste se incrementa con los 310 pesos de los gastos de envío por encomienda certificada tal y como me recomienda Myriam. El envío sale desde El Calafate porque en El Chaltén no disponen de oficina internacional de correos así que Myriam aprovecha una de sus visitas a El Calafate (a 220 kilómetros de distancia) para realizar el trámite correspondiente. Tras diez días de viaje intercontinental, el libro llega a mis manos. Se trata de una autoedición de Madsen junto a su amigo el Dr. Carlos Bertomeu: “A la libertad, sin la cual el hombre es tan solo una sombra de sí mismo”, dice sabiamente la dedicatoria del libro. Pumas y pioneros en la Patagonia salvaje de comienzos del siglo XX. Los pumas atacaban a las ovejas que criaban los pioneros, de ahí la lucha sin cuartel que mantenían unos y otros. El libro, con sus sesenta años encima, está viejito y un poco deteriorado; la cubierta delantera está suelta y el lomo despegado pero las fotos en blanco y negro resultan fascinantes. Dejo volar mi imaginación. “Ojalá puedas volver pronto por aquí”, me escribe Myriam, cuando le confirmo la correcta recepción del envío. Seguro que sí Myriam, esa intención tengo pero veremos lo que nos depara el destino. Don Andreas sigue ahí, al pie de la montaña, como ahí siguen sus hijos y sus nietos. Menudo ventanal frente al Fitz Roy nos mostraba orgulloso el amigo Roy, que es bisnieto de Andreas. En realidad se llama Fitz Roy, como su padre, que es hijo de Peter, el mayor de los cuatro hijos de don Andreas. Uno no muere mientras se le sigua recordando y eso de alguna manera ocurre cuando se cuida el legado y se honra la memoria de las personas que nos precedieron. No puedo resistirme a escribir el lema que preside la estancia de Andreas Madsen, y en el que basaba su filosofía de vida: “Pensar alto, sentir hondo, hablar claro”

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