Toda la poesía es luminosa, hasta
la más oscura.
El lector es quien a veces,
en lugar de sol, dentro tiene niebla.
Y la niebla nunca deja ver claro.
Si regresa
una y otra vez
y otra vez
a esas sílabas encendidas
le cegará tanta claridad.
Bendito sea quien llegue.
Eugénio de Andrade
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