lunes, 1 de octubre de 2012

Vailima a vista de pájaro


Desde lo alto del páramo, ciento cincuenta metros por encima del núcleo urbano, se divisa Vailima a vista de pájaro: un conjunto de casas rodeadas de campos de cultivo entorno a la iglesia de san Esteban, patrón del pueblo, con la estación de ferrocarril al fondo de la imagen y la arboleda en primer término. Majuelos junto al río, majanos donde crían los cernícalos y algunas bodegas que agujerean la piedra dorada de las laderas soleadas. Aparte del pacharán que elaboro con los endrinos bilbaínos que recoge Paco esta última semana, preparo un licor de escaramujo con el orujo anisado donde sumerjo los frutos maduros del rosal silvestre que crece junto al pozo. Todo un ritual este minucioso proceso de elaboración. Seis meses de reposo y silencio antes de poder catarlo. En la oscuridad de la noche silban los trenes. Una vez diseñados y construidos caminos y aceras, tendré que pensar en la mejor disposición del jardín, algo que no resulta nada fácil. Mejor cuanto más sencillo; piedras, encinas y algunos frutales. Reflexiono sobre el misterio del rosal enano que se instala por su cuenta en la esquina más fresca de toda la parcela.

1 comentario:

Abilio Estefanía dijo...

Hola Jose, es que los rosales son muy listos.

Un abrazo