Martes y trece, primavera, hermosos atardeceres en el cielo de poniente. El sol gira imperceptiblemente y se oculta cada día un poquito más tarde y un poquito más al norte. Los colores se funden con el cielo consiguiendo estampas irrepetibles que no me canso de mirar (y de compartir pues no es la primera ni la última vez que os hago partícipes y que nos asomamos juntos al balcón). Postales del tiempo, postales de la vida (“cielo excesivo” que diría algún purista pero en este caso me gusta así); los días van trascurriendo sin darnos cuenta, cambian los ciclos de la naturaleza y disfrutamos de algunos buenos momentos que apenas pueden palparse con la punta de los dedos. ¡Todo es tan efímero!
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 10 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario