jueves, 13 de septiembre de 2012

Una encrucijada de caminos


Vailima me recuerda a los poblados del mítico y lejano Oeste que aparecían en las películas en blanco y negro: un banco, un salón y el almacén donde surtirse de las más diversas provisiones (única manera de subsistir en un medio agreste). En Vailima podemos encontrar un par de bares, una oficina bancaria y una tienda donde venden un poco de todo: desde herramientas, conservas y alimentos frescos hasta pintura, amoniaco o productos de limpieza. En sus buenos tiempos disponía incluso de ataúdes que iban reponiendo según necesidades pues bastaba con una muestra del tamaño pequeño, mediano y grande. Los ataúdes no estaban expuestos al público, se guardaban prudentemente en la trastienda pero todo el mundo conocía su existencia. Tiempos aquellos en que se enterraba directamente en el pequeño cementerio local, a hombros de familiares y amigos, sin necesidad de funerarias o crematorios. Paladas de tierra sobre la caja y algunas flores frescas. Vailima también cuenta con una pequeña fábrica de queso artesano, una gasolinera y dos talleres mecánicos pues desde bien antiguo constituye una verdadera encrucijada de caminos

1 comentario:

Abilio Estefanía dijo...

Hola Jose, ahora morirse es un autentico lujo, con las funerarias, tanatorios ataúdes y demás.
En algunos lugares hace de almacén la cantina del pueblo, donde puedes encontrar lo mas insospechado.

Un abrazo