jueves, 9 de enero de 2014

Los reyes magos y los esquejes de rosales



La víspera de reyes estuvimos plantando rosales en Vailima. Julián nos trajo más de treinta esquejes de rosal, de diferentes tipos y colores, recopilados en los jardines del pueblo. Entre ellos incluía algunos ejemplares de la casa del cura, donde crecen unas bonitas rosas de color amarillo, y de otros muchos sitios. Una verdadera contradicción eso de las rosas amarillas. También nos trajo un frasco con solución enraizante para facilitar el proceso. Julián ya está cansado de trabajar y nos dice que se jubila a finales de este mes de enero, después de toda una vida de esfuerzo y dedicación. Hasta ahora llevaba la única tienda del pueblo, una especie de “Súper-Todo”, donde era posible encontrar cualquier cosa que necesitaras, desde alimentos y bebidas hasta herramientas y productos de limpieza… Allí podías conseguir fruta y verdura, latas y embutido, morcillas de Burgos, vino, alpargatas, detergente; incluso hasta ataúdes vendían en sus mejores momentos. El negocio ha ido a menos y el dueño se ha hecho mayor. La última vez le compramos un porrón por seis euros y descubrimos los sacos de sarmientos que vende para asar las chuletas. Imagino que a partir de ahora se dedicará a su huerta y a sus rosas pero estoy seguro de la gente le echará de menos.

En cuanto a la plantación de los esquejes, por lo visto esta vez nos hemos adelantado al momento idóneo aunque eso depende de las características climáticas de cada zona. En Vailima hace mucho frío, hiela hasta muy tarde y la primavera suele venir retrasada. La mejor época sería a lo largo del mes de febrero; en cualquier caso los rosales deben podarse en invierno, tres meses antes del comienzo de la primavera, preparando la planta para su próxima floración. Después de pasar la noche en solución enraizante, plantamos las estacas de algo más de un palmo, dejando tres nudos por debajo de la tierra y otros tantos por encima. Es importante comprobar que las yemas quedan por encima del nudo. En el pueblo me dicen que los rosales crecen en la cabeza de un tiñoso. Al final preparamos una hilera con veinte varas, separadas unos veinte centímetros, junto a un surco de unos cuatro metros para poder regarlos en condiciones. Dejamos otros quince esquejes envueltos en papel de periódico con solución enraizante dentro de una bolsa de plástico en el interior del garaje, esperando su plantación en la luna llena de febrero tal y como me explica Julián (y como leo en el libro de injertos que me ha prestado “el gallego” que vive en la casa de piedra). Enseguida se pone a llover y nos ahorramos el tener que regar. De todas maneras, con todo lo que ha caído en estos últimos días, la tierra está bastante húmeda y apenas hay que esforzarse en la plantación. No hemos visto el sol en toda la semana. Ahora no queda más que esperar el resultado aunque he estado leyendo que el mejor método de propagación de rosales es el injerto sobre un patrón silvestre, resistente tanto a los efectos de la climatología como a plagas y enfermedades. Dicen que este método es bastante mejor que el esqueje directo del propio rosal. Es posible utilizar patrones de zarza o de rosa silvestre (el escaramujo o rosa canina) injertando posteriormente las variedades de rosa que más nos interesen (la técnica del injerto es toda una ciencia). Habrá que ir practicando con el escaramujo o tapaculos, una planta vigorosa que resiste a todo tipo de inclemencias.

El río en Vailima baja turbio y crecido, arrastrando todo lo que se le pone por delante. Es un río de color marrón teja con una corriente impetuosa que ocupa la casi totalidad de los ojos del puente. Yo calculo en estos momentos un cauce cercano a los cien metros. Los guardias vigilan expectantes la crecida que ya ha inundado la ribera. La isla aparece rodeada de agua por sus cuatro costados y los árboles se cubren de una densa capa de verdín. En casa, el terreno junto al pozo sigue calcando pero los más entendidos me dicen que no me preocupe, que es algo normal hasta que acabe de asentar toda la tierra removida. Ya lleva casi dos años construido pero en estos últimos tiempos ha llovido mucho y, si el pozo es bueno, es normal que se mueva por debajo. Paco mira con expectación, aterido de frío bajo el escaramujo deshojado. Paco es el enano del Cabo de Gata que amanece completamente blanco por la escarcha. Menuda diferencia el frío de este invierno en Vailima con las moderadas temperaturas de su Níjar natal, instalado bajo una frondosa higuera junto a un campo de naranjos. En esta ocasión he aprovechado por plantar tres almendros a raíz desnuda y un roble junto al pozo. Clemente me explica que los almendros, de una variedad tardía para resistir mejor las heladas de primavera que acaban arrasando los frutales, ya vienen injertados; una vez los saca de la turba y les quita las ramas accesorias, ya están listos para plantar. Descubro que el Quercus robur fastigiata que plantamos en el jardín se conoce como roble columnar o cupresiforme por sus ramas erectas, verticales desde la base y pegadas al tronco. Es una especie de roble-ciprés que plantado de manera aislada resulta muy estético. También se conoce como roble pedunculado pues las hojas tienen un peciolo muy corto mientras que las bellotas, en grupos de tres, cuelgan de un largo pedúnculo. Subimos al bosque de Villandrando y volvemos por el camino de la Estación, lleno de charcos enormes donde se reflejan las nubes. Imposible rebelarnos contra el destino de la naturaleza. A última hora de la tarde amainan los chubascos y sus majestades los reyes de oriente hacen acto de presencia rodeados por toda su corte, lanzando caramelos y golosinas para los más pequeños. En el pueblo les invitamos a un chocolate caliente para entrar en calor y al acabar, se van a visitar a las personas mayores y a los enfermos que no pueden salir de casa.

2 comentarios:

Edward Gryffindor dijo...

Feliz Año y a disfrutar de la fotografía y esas rosas que se prometen hermosas.

Espigüete dijo...

;-) Qué bonito lo cuentas...
Gracias