Las golondrinas se posan por
bandadas sobre los hilos de la luz. Están lejos y apenas las distingo aunque
bien pudiera tratarse de aviones comunes. El babero anaranjado de las
golondrinas es el atributo más característico de estas aves. Los vencejos, algo
mayores, son más nerviosos y no paran quietos en ningún momento. Loren me
pregunta por los tordos de mis escritos y yo le contesto que en realidad lo que
en Vailima se conoce como tordo, son las bandadas de pájaros negros que atacan
huertas, frutales y cultivos. Nubes negras que se mueven veloces y consiguen
por momentos ocultar incluso la luz del sol. Por lo visto resultan muy voraces
para las uvas y los cultivos de aceituna. Intento localizar su imagen en una
guía de aves pero resulta complicado. En cada sitio los llaman de una manera
distinta sin llegar a un acuerdo común. He leído que el término podría
referirse a diferentes especies como los mirlos, los zorzales e incluso las
grajillas, aunque me inclino más por las nubes de estorninos que arrasan los frutales
a comienzos del verano. O pones las redes o te quedas sin fruta, dicen en el
pueblo. Simón los espanta con la carabina, el señor Goyo dice que son unos
hijoputas que se comen sus higos cuando están a punto. En realidad el tordo
como tal no se corresponde con ninguna especie europea aunque sí que hay
descrito un tordo sudamericano que vive en Argentina, el tordo patagónico o
quireo (Curaeus curaeus), de la familia icteridae. Creo que Loren los asocia
con los zorzales que acostumbra a ver por Galicia (Turdus philomelos) y yo en
cambio me refiero a las bandadas de los ruidosos estorninos negros (Sturnus
unicolor), primos hermanos de los estorninos pintos (Sturnus vulgaris). “El
Tordo” también se corresponde con el nombre artístico de José Durán Mediavilla,
cantaor flamenco nacido en Jerez de la Frontera en 1892 y fallecido en Madrid
en 1966, dominador de los viejos estilos del cante de su tierra. Cuando el
Tordo enviudó de Isabelita de Jerez, madrastra de Rosa López Caballero, se casó
con esta última, conocida con el nombre artístico de Rosa Durán (1922-1999).
Los tordos desaparecen en invierno,
mucho frío y poca comida para instalarse en Vailima. Viajan al sur. El otro día
nos contaban en el majuelo de Mahamud que la media docena de cuervos asentados
en los alrededores eran capaces de espantar al resto de aves del entorno. Ante
la amenaza de que una bandada de tordos acabe de una atacada con toda la uva
del majuelo, resulta mucho más rentable dejar que los seis cuervos de la finca
se alimenten a placer y mantengan protegido su territorio. Imagino que con las
cincuenta y cinco hectáreas de viñedo, los cuervos tienen suficiente para
hartarse de uva hasta la próxima vendimia. Los cuervos son muy gregarios,
fuertes e inteligentes, perfectamente capaces de colonizar el territorio y
amedrentar al resto de especies competidoras.
Hoy es miércoles, cada día amanece
un poquito más tarde, dicen que este fin de semana comienzan los fríos de
verdad. A mí no me gusta mucho el invierno pero no hay más remedio que
adaptarse a los ciclos de la vida. En Vailima el invierno es distinto que en
otros sitios, el frío intenso se instala en lo más profundo de los huesos de
tal manera que es posible tomar el pulso en primera persona a las diferentes
estaciones del año. Hace días que no levanta la niebla, está claro que la vida
es más triste cuando no luce el sol. Quizá habría que emigrar como los
abejarucos, buscando un clima más cálido que nos hiciera la vida un poco más
fácil. Las cigüeñas sin embargo, permanecen estables a lo largo del año,
adaptándose perfectamente al entorno. Son más sedentarias, comen en charcas y
basureros de la zona y crían a sus polluelos en los grandes nidos que instalan
en lo alto de torres y campanarios. Mejor abejaruco que cigüeña, una vida más
incierta pero sin lugar a dudas mucho más divertida y coloreada. Al menos
viajas, algo que siempre tiene un valor añadido, y tienes una mayor libertad de
movimientos. Conoces gente y adquieres cultura lo que te permite una visión más
amplia e integral del mundo que nos rodea. Yo creo que el Cabo de Gata sería un
buen sitio para instalarse en invierno, tienes el desierto y tienes las salinas
con los flamencos y otras muchas especies marineras, disfrutas de la playa y el
sol, la comida es abundante y los días son largos y placenteros. Parece que
todo son ventajas pero cuando sopla el poniente más de tres días seguidos uno
podría acabar enfermando. El poniente es un viento entre el mistral y el
lebeche que sopla de la tierra hacia el mar y que al final resulta bastante
molesto e irritante. El mistral se origina un poco más al norte, en Aragón se
le conoce como cierzo, mientras que el lebeche o garbí, que viene del sur, se
suele acompañar de arena y polvo del desierto sahariano. Se acabaron las uvas,
las setas y los membrillos. Comienza el tiempo de las castañas. Pacopús nos regala
un saco de nueces. En Vailima resisten los pardales pero las tardes acortan y
entre el frío y la niebla hay días en que no tiene mucho sentido salir de casa.
Yo creo que este año podría ser el año del alción, el simpático y esquivo
martín pescador de nuestros ríos.
1 comentario:
He disfrutado con tus relatos. Don José parece cansado de su ajetreada vida pero resurje de sus abismos en Vailima y vive.A ver si pronto visitamos su reducto en el Cerrato.
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