Niebla a lo largo de toda la
semana. Una vez sale el sol, la vida cambia de color y resulta mucho más
divertida. Tomás nos prepara medio cordero y aprovecho por reservar unos días
de hotel en Lisboa para las próximas vacaciones. Me gusta comenzar el año con
buen pie, algo que resulta bastante sencillo con las facilidades de Internet. Leo
sobre el asado a baja temperatura aunque yo soy un firme defensor del asado
tradicional con leña de encina. Murakami publica en castellano sus primeras
novelas (“Escucha la canción del viento” de 1979, y “Pinball” de 1973) en un
volumen editado por Tusquet en la colección Andanzas. Encuentro otro libro de
Murakami con el curioso título de “Asalto a las panaderías”. Más de cuarenta
años desde la edición de Pinball en Japón. Estoy seguro de que este hombre acabará
siendo premio Nobel. Joaquín, el hijo de Benjamín, conoce los tiempos
necesarios para el asado. Esa es la clave. Joaquín es de Villahán, tenemos el
mismo horno y el mismo merendero construido por los mismos albañiles. Ahora necesitamos
ajustar tiempos y temperaturas. Joaquín ya le tiene cogido el punto. La teoría
es bien sencilla, hora y media a 180 grados, aumentando el tiempo en función
del peso de la carne. Lo complicado es mantener una temperatura constante jugando
con la leña y las ascuas pero todo se aprende. Es como las paellas de leña,
parece imposible pero una vez se coge ritmo funciona fenomenal. El otro asunto
que no acabo de ver claro es la manera de conseguir el dorado final del asado,
quizá tengamos que darle una vuelta por el horno convencional antes de servirlo
pero habrá que intentarlo. Dicen que el futuro es de los valientes y yo confío mucho
en mis artes culinarias.
Tenemos suerte y amanece una mañana
brillante y luminosa. Juanito siempre decía que la suerte no existe y quizá
tenga razón. Preparo el horno para asar el cordero. Enciendo un manojo de
sarmientos y enseguida cargo la leña de roble y encina que usamos para la
chimenea. Poco a poco se van haciendo las ascuas que van cubriendo el hogar. Espero
a que el horno coja temperatura suficiente. Mientras tanto, me entretengo recogiendo
hojas secas y podando los almendros, el nogal y la higuera. Con el frío
desaparecieron los caracoles aunque aún alguno se encuentra. Tengo la sensación
de que me miran muchos ojos que no veo. No es una paranoia, aquí todo el mundo
sabe de todo el mundo. El humo de la chimenea delata mis intenciones, enseguida
aparecen los gatos de los vecinos, pongo las dos bandejas de carne en el horno
caliente y espero tranquilo y confiado a que el milagro del fuego haga sus
maravillas. El jardín ha quedado muy bien, ahora tiene un aspecto mucho más
aseado. El sauce me da más trabajo porque anda desatado y crece de manera
desaforada. Hay que andar siempre encima para evitar que se descontrole. De vez
en cuando me acerco a la caseta por echar un ojo al fuego y me doy cuenta de
que es mucho más sencillo de lo que pensaba. Al final consigo un excelente resultado,
incluyendo un dorado que no desmerece el de cualquier restaurante de postín. Ningún
secreto; cordero, agua y sal, buena leña, un poco de cariño y la prudente
vigilancia del fuego y del caldo que se va formando al fundirse la grasa en la
fuente de barro de Pereruela. Importante lo de la fuente de barro. Un tinto de Bodegas
Portia y una sencilla ensalada de lechuga completan el menú. Ya tenía yo ganas
de estrenar el horno con un asado en condiciones. Visto el resultado, intentaré
repetirlo estas próximas fiestas con uno de los cabritos de mi buen amigo
Nacho, pastor en Espinama aparte de otros diferentes oficios. Sus cabras son
muy montañeras y se pueden encontrar en cualquier sitio entre Remoña, Liordes y
Valdecoro.
Por la tarde me paso el cortapelos
y me dejo la cabeza uniformemente al uno. Me acerco en bici al puente de los
Franceses y pedaleo hasta que se oculta el sol. Un paseo muy recomendable para
bajar el cordero. Una vez finalizadas las obras del Ave, ha quedado todo muy
urbanizado incluyendo la agradable red de caminos entorno al río. Me gusta
especialmente el recodo bajo el puente donde se funden las aguas de los ríos. Subo
a las lagunas de la Griega por el puente sobre la vía antigua y disfruto de las
últimas luces del día. Una familia de patos se desliza sobre el agua sin apenas
hacer ruido. José Andrés planta ajos en la huerta, unos ciento ochenta me dice,
cuatro surcos de nada. Plantas un ajo y si tienes suerte te sale una cabeza. Aprendo
que el origen de la palabra chándal se encuentra en las vestimentas de los
antiguos vendedores de ajos (el "marchand d’ail" que dicen los
franceses). Andrés, que aprendió de su padre, me comenta que los ajos se plantan
en san Martín y se recogen para la fiesta de Santiago; por lo visto son muy
agradecidos y no precisan mayor atención. En invierno los árboles duermen y la
huerta descansa. Me gustan las historias del campo, realmente contienen toda la
sabiduría popular de manera concentrada.
Por la noche preparo unas patatas
verdaderamente sublimes con el congrio y las almejas que compré al pescadero
esta misma mañana. Se llama Jesús, alguien comentó que era de Villaconancio
pero parece que no es cierto. No consigo recordar cuál es su lugar de origen a
pesar de que me lo dijo esta mañana. Jesús me ofrece lotería pero no soy muy de
sorteos y espero no tener que arrepentirme. Pienso en las patatas con cabeza de
congrio de mi amigo Pacopús, un excelente cocinero. Destacan entre sus
especialidades las setas, patatas, codornices y el bacalao, entre otras muchas
cosas ricas. Tengo la fortuna de que Pacopús sea un hombre generoso que me
invita a comer de vez en cuando; yo dejo el plato bien rebañado, le digo que
está todo muy bueno y él se queda tan feliz. Estoy contento con mi casa en el
pueblo; mis fines de semana en Vailima constituyen la necesaria escapatoria a
un trabajo monótono y aburrido. Al día siguiente comemos con la familia (parece
que nos pasemos el día comiendo). Una lástima pero papá ya no se entera de
nada; tendremos que hacer algo. Lo de la residencia sin duda resulta doloroso
pero yo creo que no hay otra opción. Quizá el mejor momento sea justo después
de las navidades.
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