
El expreso de Niseko es un tren antiguo con una locomotora
de carbón que circula durante el verano y comienzos del otoño entre las
ciudades de Sapporo y Niseko, al sur de la isla de Hokkaido (la segunda isla más
grande de todo el archipiélago japonés y la situada más al norte). Es un tren
lento que avanza sin prisa de ningún tipo, echando un denso humo blanco y parando
en las diferentes estaciones de su recorrido: Otaru, Yoichi, Niki, Kozawa y
Kutchan. Las vistas hacia el Yotei San o pequeño Fuji son impresionantes. Según
Tatsu, Kutchan no es más que una pequeña ciudad que no llega a los cincuenta
mil habitantes, "a place to ski and cultivate potatoes". Los frutales,
fundamentalmente manzanos y cerezos, y los campos de cultivo se suceden a uno y
otro lado de las vías hasta alcanzar la zona más boscosa al pie de la montaña. En
una de las paradas del recorrido me acerco tranquilamente a la cabecera del
tren, sonrío, saludo con la cabeza imitando una pequeña reverencia y saco mi
chuleta amuleto: "Sumimasen. Shasin o totte mo ideska?" mientras señalo mi cámara fotográfica. Tal cual y de
corrido, una transcripción directa de la pronunciación japonesa que he copiado
en la pequeña libreta que llevo siempre conmigo en uno de los bolsillos y que
me permite recordar algunas frases sencillas de la vida diaria. Es una fórmula
que por aquí no suele fallar pues la gente es muy atenta y amable. En Hokkaido
no hay mucho turismo y los extranjeros solemos llamar la atención. El revisor
me escucha atentamente y esboza una sonrisa. Parece que me ha entendido, responde
a mi reverencia y se coloca frente a la puerta del tren en la posición idónea para
ser retratado. Yo casi no me lo creo abrumado por la sorpresa de haberme hecho
entender tan fácilmente pues en la mayor parte de la isla no es posible
desenvolverse en inglés y la comunicación con los autóctonos se limita de manera obligada a estas frases tipo balbuceadas en un rudimentario japonés. La falta
de sorpresa y espontaneidad del retrato se compensa con la sonrisa y la pose amable del joven
revisor, todo un profesional a tenor del resultado obtenido, que es más merito suyo que mío. Le doy las gracias de
manera efusiva, un gesto universal fácil de comprender, y me retiro tan
contento con este regalo inesperado. Enseguida el tren prosigue su camino hacia
Niseko, un sitio famoso por su estación invernal y sus hoteles con baños termales
de aguas sulfurosas -los típicos onsen- situados al aire libre al pie del monte Yotei, un antiguo volcán dormido desde no
hace mucho tiempo.