A la caída de la tarde, en un tempo de Tokio,
me sorprende de repente una escena en blanco y rojo; la falda y la blusa haciendo
juego con el decorado, los extintores estratégicamente situados y las cenefas de papel sobre la puerta de madera. La mujer enseguida
atraviesa el umbral, el porche se queda vacío y la magia
desaparece.
977 - Los caracoles de Fibonacci
Hace 1 año
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