
Ayer estuvimos en la Maliciosa y en la Bola del Mundo, dando toda la vuelta al valle de la Barranca. Nuestros muertos seguirán vivos mientras seamos capaces de recordarlos. Eso es lo que para nosotros significa esta bonita ascensión que ya realizamos en su momento (agosto del 2006) y que hemos ido repitiendo periódicamente el segundo sábado de octubre a modo de homenaje. Parménides y la confusión de los sentidos. Lástima el mal tiempo del año pasado que nos impidió la ascensión; aunque nos acercamos al valle de la Barranca no pudimos más que tomar un café en el Hotel a causa de la lluvia y la intensa niebla. Un verdadero día de perros a 1.300 metros de altitud, lo cual pronosticaba un verdadero vendaval mil metros más arriba. Entonces no pudimos hacer nada pero en cambio este año, acompañados por un tiempo primaveral, hemos sudado en las pedreras y hemos acabado cansados y felices al completar el recorrido, tal y como yo lo recordaba del verano de hace cinco años: “No son cuestas, son los sentidos que nos engañan”. El gran árbol viejo ha caído derrotado por el paso del tiempo y de las tormentas con lo cual la imagen difiere sustancialmente de las tomas de otros nueves de octubre. Al final estos enormes colosos también acaban alimentando la tierra.
Por la tarde a Segovia por acercarnos un rato a la iglesia. Ya son cinco los años sin Luis pero de alguna manera sigue con nosotros transitando por las montañas que recorrimos juntos antes de que se cansara de vivir.
Nueve de octubre...