
El pozo ciego
Bien se que la tristeza no es cristiana,
que ayer siempre es domingo y que te has ido,
ahora debo reunir cuanto he perdido,
nieve niña eras tú nieve temprana
jugando con el sol de la mañana,
nieve, Señor, y por la nieve herido
vuelve a sentir mi sangre su latido,
su pozo ciego de esperanza humana.
¿No era la voz del trigo mi locura?
Ya estoy solo, Señor, y ahora quisiera
ser de nieve también y amanecerte;
hombre de llanto y de tiniebla oscura
que espera su deshielo en primavera
y esta locura exacta de la muerte.
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