
El agua se desliza lenta sobre las piedras. El paseo es agradable y reparador. Apenas hay gente paseando a primera hora de la mañana. El sol aparece al fondo entre los árboles y la luz invade la intimidad de la imagen. La Pedriza siempre tiene momentos indescriptibles de este tipo. Quince segundos que no se hacen largos si no todo lo contrario, justo el lapso de tiempo para detener el agua. Un tiempo sin aparecer por aquí ocupado con otros menesteres. Trabajos, nuevos proyectos, pero afortunadamente lo importante va bien: salud, dinero, amor... Una ausencia necesaria de vez en cuando para desconectar y volver a seguir en la brecha. Muchas gracias por vuestras visitas y por vuestras cariñosas muestras de apoyo.